miércoles, 9 de julio de 2025

Del libro Gizbar

 



ÉRASE UNA VEZ UN DÍA GRIS


¿Qué determina el ánimo del lago?

El cielo, sin duda.

Si es azul, los cisnes surcan las aguas, las gaviotas andan con una algazara de carnaval y las parejas de amantes detienen  sus pasos al besarse las sonrisas.

No si es gris.

Solo un solitario como yo deambula por la orilla de un lago donde todo es umbría e indiferencia.

Salvo la gaviota posada en la farola a la vera del sendero. 

Estoica, con sus ojos claros me alienta a que me sumerja  en mí mismo.

¡Miren!

Un cielo azul comienza a clarear en el ánimo.

21 de febrero de 2006, Lilla Essingen, Estocolmo.

jueves, 1 de mayo de 2025

Del libro El reloj de péndulo




LA ARAÑA [SACRUM FIERE]

Una araña ha hecho nido en mi cabeza. ¡En mi cabeza!

Hoy me la he visto en el espejo. He visto su corona de ocelos. ¡Miraban mi ridículo par de ojos!

Sí, demasiado cerca y demasiado lejos.

Si bien, en el transcurso de las horas —he de confesar—, de a poco nos acostumbramos el uno al otro. Congeniamos lo más bien y nos ponemos de acuerdo en una y otra materia, al grado de sentirnos una sola araña. Una araña que cada noche urde un velo con hilos tan sutiles como los del vellón de la ilusión.

¿Por cuánto tiempo?

Hasta el momento de ser la única labor que concibamos en el mundo, lo único que vean nuestros numerosos ojos y lo que recorramos con nuestras ocho peludas patas.

Es decir, cuando seamos Dios.


* Sacrum fiere: volverse sagrado


miércoles, 18 de diciembre de 2024

Del libro Como olvidado de mi país

 



 

IMMANUEL KANT ANTE EL CONGELAMIENTO DE LA COSA EN SÍ


   Cuando bajé a dar el habitual paseo por la orilla del lago después de almuerzo, oscurecía.

   Estaba helado.

   Aves denegridas aleteaban en el horizonte.

   Brisas de hielo venían desde las grandes rocas.

   Patos y cisnes, de manera extraña, se hallaban a esa hora en los robles.

   Algo más había en el ambiente: una actitud expectante.

   Pensé proseguir con el paseo.

   De pronto, el tiempo se pasmaba en mi ánimo: la superficie del agua comenzaba a cubrirse con pálidas escamas...

   ¡No podía creerlo!

   El lago se congelaba.

   ¡Era increíble!

   Había sorprendido a la naturaleza en su labor reservada.

   Quise compartir el prodigio; sin embargo no  hallé más que sombras, sombras y una que otra estrella.

   Solo, en medio de una agitada quietud, agradecía que se me hubiera dado en secreto el saber de las aves, de los animales y de los árboles.

   Me complacía haber sido separado de la manada, pues, el único diálogo es con el individuo.

   Con gusto me habría puesto a andar sobre las aguas entumecidas, o emigrado con los cisnes cuando al alba alzaran alas como ángeles de un nuevo reino.

   Sin embargo, optaba por el ángel proscrito que soy.


     08 de febrero de 2006, Lilla Essingen, Estocolmo.





lunes, 9 de diciembre de 2024

Del libro Saga de la muchacha de largos cabellos y su gato




BUQUE FANTASMA

Por el camino de "Madrigal" de José Lezama Lima.


  Soy como el marinero de José Lezama Lima llamado por la palabra marea que se ha unido a los clamores de alfileres sin sueño. Es decir, heridas sin ilusión.

  Pero yo no soy un marinero, y si lo soy, soy el de Rafael Alberti: marinero en tierra. No hay naves ni mares para mí; al decir del poeta cubano, me hallo entre dos recuerdos.

  La nostalgia del marinero no es el mar sino la ilusión, por eso bajará a tierra, en cualquier tierra, a buscarla, a encontrarse con ella, y si no la halla, con su corazón ahogado zarpará en buque fantasma. Y esta es la esencia de la leyenda.

  Un buque fantasma nunca arriba a puerto alguno porque sus marineros como perdieron la ilusión, se embriagan con el ron de la tristeza.

  A veces los marineros cantan y sus cantos llegan a los oídos de las mujeres en los puertos, las que se asoman a las ventanas mientras otros hombres les soban las nalgas, un derecho que se ganaron solo porque las sedujeron con regalos tontos.

  Pero si los marineros del buque fantasma abandonaron la ilusión, no abandonan la nostalgia, y de pura nostalgia se tatúan los brazos con corazones que nunca llenan con nombres. No porque no quieran sino porque no los recuerdan, ni los propios.

  Son poetas sin palabras.

  Pero la nostalgia de ellos tiene hambre. De ahí las sirenas.

  ¡Pobres marineros!

   Pero yo no soy un marinero de un buque fantasma, y si lo soy, tengo palabras, y cuando las mujeres avistan desde los puertos las velas de mi nave, corren a bañarse a las llaves de los patios y endulzan sus senos con agua de colonia; se ponen vestidos de tela delgada y suave para mis manos y echan a los tontos de sus casas y me dejan que yo les cuente historias de mares y de otras tierras y me perdonan como yo perdono a ellas.

   Soy como el marinero de José Lezama Lima llamado por la palabra marea que se ha unido a clamores de alfileres sin sueño. Pero yo no soy un marinero, sino este que va y viene y ama como un marinero a las muchachas que lo engañan con ilusiones. Al menos eso para que yo cante mi canto favorito:

Dulce sueño, dulce estancia,
Si mi amor se va contigo,
Que se quede tu fragancia.

Donde me dejas, te dejo.
Donde llegas, te recibo.
Cuando lloras, te consuelo.
Cuando me olvidas, te olvido.

Tal como viene la vida,
Así también el amor.
El que ayer nada tenía,
Hoy ya tiene su dolor.

Dulce sueño, dulce estancia,
Si mi amor se va contigo,
Que se quede tu fragancia.


jueves, 5 de diciembre de 2024

Del libro Gizbar

 




ULISES TIENE LOS OJOS TRISTES POR LA NIEBLA

   El retorno a la pequeña pátria tras años de exilio,
puede resultar una odisea acabada en farsa
si del nido de olivo se hizo leña.


   Por fin. Yo regresaba a casa.
   Inicios de invierno.
   Oscurecía cuando el autobús cruzó el puente del río Ñuble*.
   El caudaloso río de ayer era ahora un lecho pedregoso, poblado de ánimas*.
   De pronto divisé la ciudad.
   Allá estaba. Allá en su niebla.
   No pude sino evocar con emoción las farolas del alumbrado, reducidas a nimbos. De igual forma, las siluetas borrosas de los vecinos y los arces por la calle.
   Fue lo último de la memoria antes de llegar al terminal.
   Al bajar del autobús, comencé a toser.
   Tos... tos... Tos de los pulmones y tos del alma.
   Desalentador  era ver que los pretendientes de Penélope habían corrompido la pequeña patria con el humo de sus pasiones, al abrasar los montes.
   Niebla era; hoy, bruma.
   Niebla era; hoy, memoria.
   Niebla triste en mi corazón en el retorno.
   ¿Me reconocerían los amigos  en la ciudad ciega?
   Argos se me acercó, flaco y suturado de garrapatas, seguido de otros perros vagos.


   23 de mayo de 2006


*En el río Ñuble arrojaban a los presos políticos ejecutados durante los primeros años de la dictadura. Todos ellos integran la larga lista de detenidos desaparecidos en el país.

Yo pude ser uno de ellos, si no es por un dirigente de derechas que lo impidió. Yo era el profesor de su hijo.


domingo, 1 de diciembre de 2024

Del libro Gizbar

 





SI ESTA NOCHE SUEÑO CONTIGO


   Si esta noche sueño contigo, amor, quisiera pedirte que nos detuviéramos por un instante a contemplar al dormido, darnos tiempo, acercarnos. Podrías susurrarle ternezas.

   Me encantaría ver que le pasas la mano por el cabello mientras le acomodo cobertor y almohadas, antes de salir a dar nuestra acostumbrada caminata nocturna.

   Todavía más, si tú quisieras, podrías besar su mejilla o su frente, en gratitud de nosotros.

   Después —tarde después—, cuando hayamos regresado, antes de disiparnos, podrías esperar, quedarte junto a él un instante.
   
   Amor, ¿qué es un instante en el sueño?

   Acompáñalo a cruzar el alba, a entrar en el día.

   Sabes bien que su vida está hecha de tu visita en el sueño y mi vigilia.

  18 de noviembre de 2006, Lilla Essingen, Estocolmo.


sábado, 30 de noviembre de 2024

Del libro Gizbar








INFIDELIDAD


  Mi mano me ha tocado y en silencio ella se solaza.

   La engañosa desde aquel día no es la misma.

   Ni en el sueño.

   Ni tampoco es la amante esclava de mi ansia.

   Si lo hace, lo hace por rutina o por servicio.

   Lo mismo cuando ha pelado una fruta al mediodía, o cuando me ha tocado en la ducha.

   Por eso he venido ala hoja digital a escribir estas palabras.

   Pero he fracasado.

   Porque cuando quiero escribir 'mano', ella escribe ‘mano’; y si quiero silencio, escribe ‘silencio’; y si quiero escribir ‘infiel’, sin inmutarse la ingrata escribe ‘infiel’.

   ¡Dios! Se guarda la poesía para cuando la tomes y te la pongas debajo de la blusa, porque tu corazón y mi mano ya se entienden a las mil maravillas.

   ¡Me siento tan solo!

   Mis letras ya no me sirven. Salvo las dichas por mi boca, que todavía te enamoran.

   No obstante, a mi mano no le afectan. Al contrario, se mofa.

   Me da mucha rabia con ella. Aunque lo disimulo cuando me la enjabono y desatiendo sus secretas lágrimas en  el  chorro  de  agua  de  la  llave.

   Amor, no me dejes de lado por ella.




Del libro <i>Gizbar</i>

  ÉRASE UNA VEZ UN DÍA GRIS ¿ Qué determina el ánimo del lago? El cielo, sin duda. Si es azul, los cisnes surcan las aguas, las gaviotas and...