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OBRAS DEL AUTOR
Los años de edición de los libros corresponden a la fecha que fueron diseñados. Los textos son mucho más antiguos.
El túnel (poemas), 1978
Poemario ingenuo, 1982 (corregido y editado como Cancionero del trigal)
El mensaje en la botella (poemas), 1990
El sueño de la amapola (prosa poética), 1993
Al pie del abedul (prosa poética), 1994
Tres puertas (prosa poética), 1994
Cuando el señor León soñó que era rey (cuento), 1994
Guillermo vs Tele (teatro), 1996
Saga de la muchacha de largas cabellos y su gato (prosa), 1996
Un cafecito para mi sosias (novela), 1997
Diez poemas de amor para Maribel, 1997
Alma (novela), 1997
Lapis exilis (poemas), 1999
La ciudad debajo del círculo lunar (poemas), 2001
Poesía de adolescencia, recopilación hecha en 2001
Hora blanca (poemas), 2001
Fogata de otoño (poemas), 2004
Cuaderno de Adán (poemas), 2004
El peregrino ciego (poemas), 2007.
Chamán (Poesía escrita en 2008. Editado en 2018)
Gizbar (prosa), 2015
Como olvidado de mi país (prosa), 2015
El Albergue de la Luna (prosa), 2015
El reloj de péndulo (relatos), 2016
Crónicas de Estocolmo, 2017
Relatos ingenuos (selección de cuentos y relatos), en preparación.
OBRAS EN SUECO:
Flaskposten (premiada en 1993, Lund, Suecia).
Dikter (1991).
REFERENCIAS A LA OBRA DEL AUTOR
Acerca de El túnel
(1978, libro editado por Ediciones Bolt, 1978, Santiago de Chile)
«Todo el libro corresponde a una época de mi vida; la más oscura, la llena de amargura, soledad y pesimismo suicida, y que denomino El túnel, no con poca razón», escribe el poeta a Marina Latorre relatando sus dudas y la atmósfera que rodea a sus poemas.
EL TÚNEL: Mi vida es un túnel/ Donde siempre me estoy mirando los ojos enfrente/ Y en ellos solo veo una fría mirada de desprecio/ Entonces inclino la cabeza/ Pero los ojos se me clavan en la nuca…
ESTOY CANSADO: Estoy cansado de verle cada día el rostro hipócrita al mundo/ De ver la Tierra que gira y gira/ Vuelta loca de muertes y de injusticias…
Angustia y desesperación. Los poemas de Harold Durand están situados en los fríos inviernos del dolor, todo su canto está rodeado de una neblina que a veces nos cerca y aprisiona, Sin embargo, como una luz tenue está presente la esperanza:
ESPERANZA: Nos aproximamos al año 2000/ Un joven poeta se suicida por amor/ ¡Aleluya, hermanos, aleluya! / Aún no está todo perdido.
Los poemas «Tu boca» y «Uno» son exitosas realizaciones de una poesía síntesis y del manejo acertado de la expresión lingüística.
Poesía de búsqueda, a ratos confidencial, a ratos testimonial.
[...] La juventud del poeta lo lleva a naturales rebeldías y su verbo está tenso de interrogaciones y dudas, pero todo el oscurecimiento es en apariencia porque en su palabra profunda está el amor por la vida aun cuando esté aprisionado en las tenazas del desaliento. [...] No cabe duda que Harold Durand posee las condiciones para llevar sus vivencias a la transmutación de lo poético. Hay sensibilidad y su técnica es acertada. No dice sino lo estrictamente necesario, y esta economía poética hace aún más lacerante su angustia.
Un libro con armazón autobiográfica, donde el autor cuenta su dolor con versos sangrados. [...] Harold Durand, (pensamos que es muy joven) nos hermana a las sombras con la muerte, y es ésta la que dirige sus pulsos y le entrega el hálito para que sus manos puedan pulsar la lira.
La opinión de la página francesa Moving Art acerca de la primera edición de La jaula del grillo
La reciente antología de Harold Durand apareció con el nombre La Jaula del Grillo a finales del año 2012, en Chillán. Un centenar de poemas recoge esta selección de la diseminada obra de Durand, cuya mayor parte se desarrolla en Suecia, durante su largo exilio estocolmeño. De regreso a su país, y a la felicidad, el poeta reúne su trabajo en un elegante ejemplar, con el auspicio de la Biblioteca Municipal Volodia Teiltelboim y del Instituto Profesional INACAP. Durand, uno de los grandes y silenciosos poetas nacionales, reafirma de este modo su condición y su oficio.
La opinión de una historiadora
María Luján Leiva, historiadora de la Universidad de Buenos Aires, en su obra Refugiados en Suecia y visión del otro paisaje, escribe:
«La obra poética de Harold Durand puede ser considerada como un documento de ese devenir ‘inmigrante’ desde un estatuto de refugiado, transformación más obligada por las circunstancias históricas que por una elaborada y autónoma decisión de asentamiento en el país de inmigración.
El refugiado, en este caso el poeta, recrea su patria en otro rincón del mundo. La superposición de paisajes en Harold Durand se resuelve en la construcción de un Chillán mítico donde nieva y hay urracas y cuervos. [...] Pero vuelve a cambiar el orden del mundo en el Chillán que habitas, pues, cae, ahora, leve, sobre los campanarios salpicados de cornejas y urracas, la nieve [...]
Este Chillán mítico está signado por la nostalgia de una tierra que ya no existe, es un rechazo al nuevo Chile emergido después de 17 años de dictadura. El poeta convierte a Högdalen (significa Valle Alto) -barrio de Estocolmo- en un nuevo locus poético, lo nombra Valle Alto y recrea allí también su lugar de nacimiento, aunque atravesado y enriquecido por el paisaje boreal.
El Chillán mítico y el Valle Alto de Estocolmo son la construcción que rescata la ilusión. El Chillán mítico es el testimonio de la realidad del exilio, la desocupación, el desencanto y la subjetiva imposibilidad del retorno».
Libros publicados en Suecia
[...] estos son los poemas que me entusiasman; cuando se crea algo, se inscribe una imagen y luego se le usa «delante del lector». [...] Felicidad tras felicidad. Tienes tu propia temática, tu mundo mítico y ritual.
[...] Si bien es cierto, Durand no rehúye expresiones o manifestaciones sentimentalistas, consideradas gastadas o simples lugares comunes en el oficio, juega a plena conciencia con estos elementos en el ejercicio de esa demostración de técnica, en la cual a veces pareciera solazarse.
[...] En este punto del desarrollo, a la poesía de Harold Durand cabe hacerle una venia. En forma silenciosa y constante -por no decir elegante- ha venido, el poeta chileno, escribiendo, mejorando su escritura y entregando hermosas y finas obras plásticas, como son sus autoediciones o ediciones artesanales -príncipe más bien- en poquísimos y, por ende, valiosos ejemplares. [...]
[...] El amor, al que empecinadamente le negaron su existencia los escritores escandinavos Kiergaard, Hansum y Strindberg, parece que no tiene otro destino en la pluma del poeta chillanejo [...] En lo que atañe al tinte de creación, si bien existe una tendencia surrealista en este manojo de versos, podríamos sin embargo ser menos ajenos a nuestras propias influencias y ver, en cambio, en la poética de Harold Durand un acercamiento a la escuela del creacionismo de Vicente Huidobro. El poeta, como un «pequeño Dios», crea lo que necesita. Ante la soledad, casi siempre inevitable, Harold Durand crea su propio consuelo, dándole vida y funciones sobrenaturales a la lágrima, símbolo sempiterno de los sentimientos: una lágrima me pondrá un brazo/en el hombro. Esa misma creación, pero enfocada desde un ángulo gramatical, se hace sentir en las líneas: haberte dejado/sin embargo amado tanto. La expresión «sin embargo» procura desviarnos un poco, podría decir que hace trastabillar la velocidad que acarrea la lectura del poema en su recta final. Pero ello en cambio de molestarnos, debería mejor despertar nuestras simpatías, pues lo que el poeta logra es economizar palabras que hacen efectiva su comunicación. Ya había advertido R. Jakobson acerca de estos «trucos» utilizados por los poetas: «Los recursos poéticos ocultos en la estructura morfológica y sintáctica del lenguaje —en una palabra, la poesía de la gramática y su producto literario, la gramática de la poesía— han sido raramente reconocidos por los críticos y casi del todo olvidados por los lingüistas; los creadores, en cambio, han debido con frecuencia sacar de ellos un partido magistral».
[...] Los poemas contienen musicalidad y sinceridad, en el que pasado y presente, presencia y nostalgia entran en un diálogo no solo con la amada sino también con el lector.
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