DICIEMBRE, LEYENDA SOLSTICIAL
A Marina Latorre
Según narra la leyenda del origen de los astros, el Alicanto* incubó largo tiempo la Luna en este rincón del planeta. Sin embargo fue inútil lograr vida en ella. Indignado, el Creador la condenó a brillar una vez al mes –ya en creciente, ya en menguante–, como deshojada estrella.
Diciembre.
Nerviosos queltehues anuncian la presencia de tímida liebre. Una perdiz, oculta quizás dónde, saluda con un silbo la alada V de los patos silvestres.
Diciembre.
El Sol camina por la cuerda floja de Capricornio. Enciende la vida, las frutas, el amor.
Diciembre.
Se dice que en los juncos, cascarones de huevos de patos, garzas, caicavenes, se han quedado con la boca abierta al ver el vuelo que por tanto tiempo anidaron dentro.
O que una rana, al no poder volar al cielo, se sumergió en su acuático espacio.
O que la laguna plegó el terso rostro en círculos concéntricos a manera de sonrisa.
O que una culebra colorada –cinturón del Diablo– con su tijerita le cortó el vuelo a un mosquito.
O que una lagartija –diminuto cocodrilo de valor también diminuto– huyó por una estaca en cuyo ápice se dejó embriagar por el sol, mientras en el fresco sauce, una cigarra tocaba su alegre cascabel.
Diciembre.
Tiempo de bajar al estero a bendecir el cuerpo.
Tiempo de salir al camino a charlar con la gente.
Tiempo de intercambiar panes dulces.
Tiempo de espiar por las noches las pesebreras.
🍒
*Alicanto:
El Alicanto es una criatura mitológica del desierto de la Región de Atacama, perteneciente a la mitología chilena.
Posee grandes alas de color metálico; una delicada cabeza como la de un cisne; un pico encorvado; y patas alargadas con grandes garras.
Su característica son sus alas, que brillan durante la noche con hermosos y metálicos colores. Sus ojos, que despiden extraños fulgores. Su vuelo, que es elegante y luminoso. Y su cuerpo, que no proyecta sombra alguna sobre la tierra.
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